Santa Marta le apuesta a consolidarse en una ciudad
organizada, dinámica y atractiva para quienes llegan motivados por conocer las
bondades paisajísticas y bellezas únicas que posee entre la Sierra Nevada y el
mar.
Y los samarios poco a poco han interiorizado ese nuevo gran reto,
así como también el de atender bien a propios y visitantes en cada lugar de la
ciudad. Sin duda alguna uno de los lugares que está registrando una profunda
transformación es el mercado público, sus vendedores, comerciantes, empleados e
inclusive todo su entorno.
La principal central de abastecimiento de alimentos para los
samarios, residentes y visitantes está dando un giro de 180 grados para bien de
Santa Marta. Aquel viejo modelo de atención donde los compradores se tropezaban
entre sí ante la proliferación y desorden de chazas o colmenas que invadían las
calles hoy ya no existe. Ni que hablar de la inmundicia que se acumulaba porque
cada quien disponía de los desperdicios en cualquier sitio hasta el punto que se
generaban olores nauseabundos.
LA CALLE 11 EN EL MERCADO público avanza en su proceso
de despeje lo que facilitará la movilidad vial a la principal central de
abastos de Santa Marta.
‘No hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista’,
reza un refrán popular que bien podría ser adaptado a lo que se está viviendo
en el mercado público de Santa Marta, en donde el flujo de compradores va
creciendo porque la curiosidad y ‘vivir la experiencia’ se impone como la moda.
Y testigo de ello es Margarita Jiménez, una desprevenida
mujer que venía caminando y le detuve para consultarle cómo le parecía el
‘nuevo look’ del mercado público. Me respondió con alegría ‘‘me siento como si
estuviera en otra ciudad. Estoy muy sorprendida con el desarrollo que se está
dando en este sector, las calles despejadas permiten caminar y observar el
frente de los negocios’’, dijo emocionada.
LOS CAMBIOS QUE PRESENTAN las calles en el mercado
público reflejan la apuesta al progreso de Santa Marta.
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